Finca El Carmen, vecina del Cerrito del Carmen

Caminando por las cercanías del Cerrito del Carmen me llevé una sorpresa cuando vi un rótulo en una casa que decía: «FINCA EL CARMEN y entonces pensé: Esos vestigios deben tener una historia detrás. ¿Cuán grande habrá sido?, ¿Sería una finca ganadera?, ¿Quién habrá sido su dueño? Y seguí en mis cavilaciones… Entonces aprovechando las redes sociales pregunté en un grupo de Arquitectura Histórica si sabían algo de esa finca y la respuesta llegó en menos de media hora. Me escribió alguien diciendo que cuando niña había jugado con sus primos en esa finca y por último me contactó con uno de ellos que al llamarme me dijo: Yo soy el dueño actual de esa casa, Mi nombre es Eduardo F. Molina nací y viví allí por muchos años así que tengo mucho que contar. Entonces nos reunimos y aquí les comparto parte de lo mucho platicado:

Mi entrevistado estaba muy emocionado y con brillo en los ojos empezó a evocar sus recuerdos. Me dijo que la finca era de sus abuelos maternos: Eduardo Molina izquierdo y su esposa de origen mexicano Adelina Díaz Ordaz. Ellos tenían una propiedad sobre la 12 avenida que era vecina a la de otros de la familia Molina que están en la esquina de la 11 Av. y 9a. calle pero el abuelo a diferencia del resto de su familia Molina descendientes de Pedro Molina que se inclinaban más por la política, él le gustaba más los negocios, así que vendió su parte y compró la mencionada finca.

El abuelo –como mi entrevistado le decía- Tenía la finca y consideró la posibilidad de dedicarse a la ganadería pero tenía una gran competencia muy cercana: El potrero La corona y aunque la finca tenía árboles frutales (jocotes, guayabas, etc.) la tierra no tenía vocación para la siembra porque la tierra era muy barrosa. En ello el abuelo vio una oportunidad y pensó en poner una fábrica de ladrillo dado que la ciudad estaba en pleno crecimiento y recuperándose del devastador terremoto de 1917-18.

Mi entrevistado evocaba sus recuerdos y me cuenta que en la finca había muchos mozos que trabajaban en la elaboración de ladrillos, unos amasaban con los pies el barro, otros lo echaban a la máquina que formaba los ladrillos, otros sacaban los ladrillos con cuidado para ponerlos a secar a la sombra para que no se rajan y otros trabajaban en los hornos donde los sacaban un poco calientes con cartones a falta de guantes; movilizándolos internamente con bueyes y para las entregas con camiones y los hijos de estos mozos eran los compañeros de juego de mi entrevistado con los cuales hacían bolas de barro que cocían en los hornos para usarlos como parque para sus hondas para ir a pajarear y para bajar jocotes de las ramas más altas.

Devotos de Jesús de Candelaria

Me cuenta mí entrevistado que los abuelos y en consecuencia su mamá que se llamaba igual que la abuela eran devotos de Jesús de Candelaria iglesia que quedaba a una cuadra de distancia y cada jueves le llevaban una ofrenda de flores que le llamaban “Palmatoria”, pero eran mas devotos de la Virgen del Carmen del Cerrito y hasta tenían una hermosa pintura de la Virgen del Carmen que para su día la sacaban en procesión dentro de la finca culminando ésta con una gran fiesta con la familia y los mozos en los amplios corredores de la casa.

Para cuando mi entrevistado nación (1940) ya la Finca El Carmen y su fábrica de ladrillos ya había hecho trayectoria y estaba en su mejor momento. La fábrica de ladrillos proveyó a la ciudad de los ladrillos necesarios para su reconstrucción y también proveyó de ladrillos a las obras mandadas a hacer por Jorge Ubico. (El Palacio nacional, el edificio de Correos, el de Sanidad, el aeropuerto viejo, etc.)

Muchos años pasaron en prosperidad pero llegó el momento que la materia prima (el barro) que hubo en abundancia en la finca se terminó dando como resultado lógico el cierre de la fábrica. La ciudad estaba cambiando y el alcalde solicitó al abuelo un permiso de paso en una parte de la finca lo que partió la finca en 2. A ese paso que abrió la municipalidad le llamaron «Calle Nueva» que es ahora la Calle Martí. La parte que quedó del otro lado se lotificó y se convirtió en la Colonia El Carmen atrás de donde ahora hay una gasolinera. Los cambios siguieron y el alcalde hizo que el abuelo forcivoluntariamente le cediera el terreno para la construcción del Mercado de La Parroquia lo cual fue muy doloroso para mi entrevistado pues en ese lugar estaban los hornos de la ladrillera, muchos árboles y hasta el campo de béisbol donde jugaba con sus amigos del barrio. (Un hermano Marista del Liceo Guatemala trajo el Béisbol de Cuba y se lo enseñó).

Mi entrevistado se casó y vivió allí con su esposa y siguió allí hasta que nació su primera hija.

Finalmente la Finca se fraccionó y se hicieron locales comerciales.

Hay muchas cosas que contó el entrevistado que me quedaré con ellas para no hacer más larga esta historia.

Mi curiosidad quedó más que satisfecha y la de ustedes?

Por Max Arriola

 

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